Hace 20 años un amigo me contó una idea: crear un periódico llamado La Verdad en el que todo sea mentira, salvo el horóscopo. En ese momento era una idea graciosa e incluso interesante, hoy sería parte del caos informativo que nos inunda, nos agobia, nos ahoga.

Ya no sabemos en qué creer, y ese es precisamente el tema de la película  «No mires arriba» estrenada hace unos días en Netflix.

Como siempre, advertimos al lector que, si bien esta nota no es sobre la película, comentaremos algunos fragmentos o diálogos para usarlos como referencias en algunas  reflexiones. Si usted no ha visto la película y no le molesta enterarse de algunas cosas antes de verla, puede seguir adelante con la lectura.

La historia en «No mires arriba» muestra el conflicto entre el conocimiento científico, que es compartido por los astrónomos Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) y Randall Mindy (Leonardo Di Caprio), y el conocimiento no-científico dominado por la subjetividad, creencias, emociones y percepciones.

Vale decir que este conflicto no es reciente ni podría identificarse como un fenómeno contemporáneo pues ya ha sido descrito por Platón mediante la Alegoría de la Caverna en La República (370 a.c.).

Platón describe una situación en la que a un grupo de personas encerradas en una caverna se les muestra imágenes intencionalmente y que, al ser todo lo que pueden ver y conocer, las identifican como verdad absoluta. Así, muestra Platón, un esquema de dominación a través de la información que se comunica a dicho grupo, que se no solo se encuentra impedido de conocer la verdad del mundo exterior (fuera de la caverna) sino que ha sido convencido de que esa es la única verdad a tal punto que, cuando uno de ellos se libera y logra ver el mundo exterior (el mundo de la razón) y regresa -emocionado- a contarle a sus compañeros, éstos no le creen, y le tratan como loco.

Es exactamente lo que que sucede a Dibiasky y Mindy los científicos en la historia que nos sirve de referencia.

La presidenta dice "¿Sabes en cuántas reuniones sobre el fin del mundo he estado en estos años?
¿Sabes en cuántas reuniones sobre el fin del mundo he estado en estos años? – President Orlean (Meryl Streep)

La verdad que descubren los protagonistas era que, según la observación del comportamiento de un cometa recientemente  descubierto, el planeta tierra experimentaría un evento de extinción similar al ocurrido hace millones de años y deciden comunicarlo al gobierno de los Estados Unidos para buscar que allí se tome alguna decisión que ayude a evitar la inminente destrucción del planeta, en caso fuera posible.

Obviamente: no les creyeron.

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Kate Dibiasky pierde los papeles por preguntas y comentarios ligeros de los entrevistadores

Ante ello los científicos deciden hacerlo público, pero, al no tener experiencia en el campo de la comunicación caen en en el discurso panfletario de «el mundo se va a acabar» o «todos vamos a morir» y con ello en el ridículo de la Cultura del Meme y el shitposting luego de perder los papeles ante los entrevistadores de un programa magazine matutino, tan ligero y superficial como cualquier otro.

Finalmente, cualquier otra noticia de la farándula logra opacar una noticia tan importante como la que los científicos buscaban difundir: el impacto directo de un cometa en el planeta. Luego de ello son perseguidos, arrestados por el FBI y obligados a dejar de hablar sobre su descubrimiento.

Esto tampoco es nuevo, recordemos lo que le sucedió a Galileo Galilei obligado a renunciar a sus ideas y descubrimientos ante el Tribunal de la Santa Inquisición (1633 d.c.)

Los protagonistas intentan informar directamente a la población sobre el peligro inminente y solo logran generar caos, desconcierto y enfrentamiento entre quienes confiaban en ellos y quienes no. Hasta que finalmente, el cometa aparece en el cielo y se puede observar a simple vista.

La evidencia podía ser verificada por cualquier persona solo mirando hacia arriba.

En ese momento la «verdad científica» coincide con la «verdad de los sentidos» y se hace creíble. Aunque no para todos, y es aquí cuando otro fenómeno aparece en escena: el negacionismo y la posverdad.

La posverdad es un fenómeno que va mucho más allá de la mentira pues no solo busca engañar con un discurso falso sino convencer y crear militancia a partir de dicho discurso, una militancia tal que ayude a negar cualquier evidencia y desconfiar de cualquier fuente. Así surge el movimiento «no mires arriba» que etiqueta a los miembros del bando contrario como enemigos, sediciosos, comunistas, entre otros. De esta manera, el debate deja de ser sobre razones o evidencias y se convierte en una confrontación de posiciones, en el que lo importante es vencer o ser vencido.

Las universidades son instituciones promotoras del pensamiento científico, y enfrentan nuevamente la amenaza de grupos que desconocen y rechazan la evidencia científica (ej. antivacunas,  terraplanistas y movimientos que difunden teorías de conspiración como Qanon, entre otros) y que atacan y desprestigian a científicos, pensadores o a cualquier individuo o institución que promueva una idea contraria a la que ellos defienden.

¿Es posible hacer algo desde las instituciones educativas?

No solo es posible sino necesario y urgente que las instituciones educativas implementen estrategias orientadas a desterrar y el negacionismo y las teorías conspirativas de sus campus. Pero, lamentablemente, esto no será  suficiente.

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Ariana Grande como Riley Bina. «Solo mira arriba y apaga los noticieros de porquería»

No es suficiente formar a nuestros estudiantes con competencias digitales e informacionales, no es suficiente con asegurar que nuestros estudiantes estén en capacidad de distinguir entre una noticia verdadera y una falsa. Las universidades deben generar nuevos espacios de diálogo y debate abierto más allá de las aulas, más allá de los campus. Espacios de debate de ideas (no de posiciones) que conduzcan a formación de consensos, encuentros, respeto y confianza.

Es importante notar en la película que prácticamente todas las instituciones (el gobierno, los medios, la NASA, los empresarios) tienen muy poca credibilidad, pero que las universidades (todavía) son instituciones confiables.

Si actuamos a tiempo quizás, solo quizás, podríamos desviar ese cometa que amenaza nuestra existencia.