Las organizaciones no se dan cuenta que están en un juego infinito. Para Sinek los líderes muchas veces están más preocupados por los resultados que por el propósito de la organización y esa es una de las razones por las que las visiones de las empresas se expresan en términos competitivos «ser el mejor», «ser reconocidos como líderes», «Ser los primeros» y muy pocas organizaciones plantean su misión más allá de sí mismos o de sus competidores.

Simon Sinek es un experto en liderazgo que se hizo conocido por por el concepto del círculo dorado que buscaba llamar la atención de los líderes sobre la razón de ser de las organizaciones que lideran.

En su último trabajo (que será publicado en octubre 2019) aborda una propuesta simple pero muy motivadora para el tipo de liderazgo que las organizaciones necesitan: Liderar en un juego infinito.

Los juegos infinitos no tienen ganadores ni perdedores. Las reglas a menudo no existen, y si lo hacen, son difusas y abiertas a la interpretación. El campo de juego no está definido y el progreso es difícil de medir. Los oponentes cambian con frecuencia, al igual que el juego en sí. No hay ganadores o perdedores claros en el juego infinito.

El juego infinito requiere un conjunto de condiciones que Sinek enumera con mucha claridad, entre ellas: tener un propósito (una causa justa), confiar en el equipo de trabajo, tener competidores de los que nos sintamos orgullosos (aquellos de los que podemos aprender), y contar con flexibilidad existencial, es decir, contar con la capacidad de avanzar hacia nuestro propósito aun cuando ello implique la desaparición del producto, servicio, la organización o nuestra permanencia en la misma.

Sinek presentó estos conceptos en el World Business Forum London este año y su exposición completa estará disponible en la plataforma One Campus desde el 23 de septiembre hasta el 2 de octubre desde el Aula Virtual de la UPC.

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