El 1 de marzo se conmemora el Día de la Cero Discriminación, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para promover y celebrar el derecho de cada persona a vivir una vida plena y digna, sin importar su aspecto, edad, religión, origen, condición social, opiniones, identidad de género, discapacidad, idioma o cualquier otra condición. Esta jornada nos invita a reflexionar sobre la importancia de erradicar la discriminación en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo la educación superior.

En el contexto de las universidades, la discriminación puede manifestarse de diversas formas, afectando negativamente la experiencia académica y personal de los estudiantes. Es fundamental que se promuevan entornos inclusivos donde se respete la diversidad y se garantice la igualdad de oportunidades para todos. Esto implica implementar políticas y prácticas que prevengan cualquier forma de exclusión o trato desigual, asegurando que cada estudiante pueda desarrollarse plenamente.

La UNESCO destaca la necesidad de fomentar un aprendizaje inclusivo y de calidad en materia de diversidad de género entre los jóvenes. Esto se traduce en la creación de entornos de aprendizaje seguros y transformadores, libres de discriminación y violencia, donde se reconozca y valore la diversidad como un recurso enriquecedor para la comunidad educativa. Las universidades tienen la responsabilidad de incorporar en sus currículos y actividades formativas contenidos que promuevan la comprensión y el respeto hacia todas las identidades y expresiones de género.

El 63% de los países no tienen legislación que proteja explícitamente el derecho de las niñas a la educación en caso de embarazo, pero el 33% sí tienen tales disposiciones, a veces muy detalladas y protectoras. Europa y América del Norte es la región con más países que protegen explícitamente el derecho a la educación, seguida de América Latina y el Caribe y después de África.
UNESCO

Además, es esencial involucrar a toda la comunidad universitaria en la promoción de la inclusión. Esto incluye a estudiantes, docentes, personal administrativo y directivos, quienes deben trabajar conjuntamente para identificar y eliminar prácticas discriminatorias. La participación activa de todos los actores es clave para construir una cultura institucional basada en la equidad, el respeto y la justicia social. Programas de sensibilización, formación en derechos humanos y la implementación de protocolos claros para abordar casos de discriminación son algunas de las acciones que pueden adoptarse para avanzar en este objetivo. Al respecto, en la UPC, María Luisa Palacios McBride, docente de Humanidades, comenta:

El 1 de marzo, Día de la Cero Discriminación, nos invita a reflexionar sobre la importancia de construir espacios educativos inclusivos y equitativos. En nuestra universidad, reafirmamos nuestro compromiso con una educación superior libre de barreras, donde la diversidad sea valorada como un pilar fundamental para la innovación y el desarrollo académico. Fomentar una comunidad universitaria que respete y celebre las diferencias es esencial para formar profesionales que contribuyan a una sociedad más justa y plural.  Cada uno desde su lugar, nosotros desde la docencia, contribuyamos a promover los principios de no discriminación como la accesibilidad, el diseño universal, los ajustes razonables y las medidas de acción afirmativa.

En resumen, el Día de la Cero Discriminación nos recuerda la importancia de garantizar que las instituciones de educación superior sean espacios inclusivos y respetuosos de la diversidad. Al promover políticas y prácticas que aseguren la igualdad de oportunidades y el respeto a todas las personas, contribuimos a formar profesionales comprometidos con la construcción de sociedades más justas y equitativas. La educación superior tiene un papel fundamental en la erradicación de la discriminación y en la promoción de una cultura de paz y respeto hacia la diversidad.

Texto trabajado con el apoyo de ChatGPT y María Luisa Palacios McBride