Cada 3 de noviembre se conmemora el Día Internacional de las Reservas de la Biosfera, una fecha que invita a reconocer la importancia de estos territorios donde la naturaleza, la ciencia y las comunidades conviven en equilibrio. Las reservas de la biosfera son áreas que representan un modelo de relación sostenible entre el ser humano y su entorno, y constituyen escenarios clave para la investigación, la educación ambiental y la innovación orientada a la conservación.

En el caso del Perú, contamos con diversas reservas que reflejan la gran riqueza biológica y cultural del país. Lugares como el Manu, el Huascarán, el Noroeste Amotapes–Manglares, Oxapampa–Asháninka–Yánesha, Gran Pajatén y Avireri–Vraem forman parte de una red que protege ecosistemas únicos, desde los bosques amazónicos hasta los andes tropicales. En estos espacios, comunidades locales, investigadores y autoridades trabajan en conjunto para preservar los recursos naturales y mantener vivas las tradiciones que conviven con ellos.

La educación desempeña un papel esencial en este esfuerzo. Las universidades y centros de investigación pueden contribuir significativamente a la gestión sostenible de las reservas a través de proyectos interdisciplinarios, innovación tecnológica y formación de ciudadanos comprometidos con la conservación. Este compromiso se alinea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15, que promueve la protección, restauración y uso sostenible de los ecosistemas terrestres, reafirmando que el conocimiento es una herramienta poderosa para cuidar la vida en todas sus formas.

Celebrar este día es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra relación con el entorno y asumir un compromiso activo con su preservación. Cuidar las reservas de la biosfera no es solo tarea de las instituciones o de las comunidades que las habitan, sino una responsabilidad colectiva. Proteger estos espacios es también proteger nuestro futuro.

Texto editado con asistencia de ChatGPT.

El 21 de octubre se celebra el Día Mundial del Ahorro de Energía, una fecha que invita a reflexionar sobre el uso responsable de los recursos energéticos. Es un llamado global para que ciudadanos, empresas e instituciones comprendan que la energía es limitada y que cada acción de consumo tiene impacto ecológico y económico. Celebrar esta fecha implica poner en agenda el consumo responsable, promover tecnologías limpias y difundir prácticas que reduzcan el desperdicio. A nivel global, la eficiencia energética es una de las estrategias más efectivas para mitigar el cambio climático y reducir costos en hogares e industrias.

Para que estas ideas se materialicen, es esencial el compromiso de las autoridades en todos los niveles. Los gobiernos deben establecer políticas, regulaciones y programas que incentiven el ahorro de energía, como estándares mínimos para edificaciones, etiquetado de eficiencia energética y promoción de auditorías energéticas. También deben liderar con el ejemplo, aplicando medidas de eficiencia en edificios públicos, alumbrado y transporte. Solo con un marco normativo sólido y seguimiento constante las buenas intenciones se traducirán en resultados concretos.

En el Perú ya se vislumbran cambios en esta dirección, aunque aún quedan pasos por dar. Por ejemplo, el Ministerio de Energía y Minas ha promovido iniciativas de transición energética y eficiencia energética, y el país tiene compromisos en materia de reducción de emisiones en su Contribución Nacional Determinada. ENGIE -+2Publicaciones del BID+2 También hay esfuerzos hacia la modernización de redes eléctricas inteligentes (smart grids) que faciliten una gestión más eficiente del consumo. ENGIE – Sin embargo, es necesario avanzar con mayor rapidez en normativas que obliguen a mejorar la eficiencia en edificaciones nuevas o remodeladas, regular el consumo en el sector industrial, incentivar renovables en zonas alejadas, fortalecer auditorías energéticas y crear mecanismos de financiamiento que faciliten la inversión en mejoras energéticas por parte del sector privado o las municipalidades.

En este contexto, el ámbito educativo juega un papel estratégico. Las universidades y escuelas pueden integrarse activamente en la construcción de una cultura de ahorro energético mediante proyectos de investigación, campañas de concientización, implementación de prácticas eficientes en sus propios campus y formación interdisciplinar. Por ejemplo, pueden incluir asignaturas o módulos sobre eficiencia energética, gestionar auditorías energéticas en laboratorios y edificios universitarios, y promover concursos internos para optimizar consumos. Esta intervención educativa fortalece que los futuros profesionales —ingenieros, arquitectos, gestores públicos, etc.— tengan una mentalidad orientada hacia la sostenibilidad desde su formación.

En línea con este compromiso, la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) viene implementando diversas acciones orientadas a la eficiencia energética. Desde el año 2024, la institución realiza un mantenimiento integral de sus instalaciones con el objetivo de optimizar el consumo energético, reemplazando equipos de alto consumo —como chillers y sistemas de aire acondicionado— por tecnología de mayor rendimiento. Además, la universidad cuenta con más del 80% de sus luminarias con tecnología LED y viene implementando sensores de movimiento en puntos críticos de sus campus. A estas acciones se les suma su nuevo Plan de Descarbonización al 2050, que contempla la ejecución futura de auditorías energéticas, mejoras de rendimiento e incorporación progresiva de fuentes de energía renovable. – Luis Roca Infante

Para cerrar, la innovación es un motor indispensable para acelerar el cambio en eficiencia energética. Soluciones tecnológicas (IA, sensores inteligentes, redes eléctricas inteligentes, sistemas de monitoreo en tiempo real) pueden transformar el modo en que consumimos energía.

Texto revisado y editado con apoyo de ChatGPT.

El 28 de mayo conmemoramos el Día Mundial del Hambre, una fecha que nos invita a reflexionar sobre una de las crisis más urgentes de nuestro tiempo. Este año, el lema “Sembrando resiliencia” destaca la necesidad de fortalecer nuestras comunidades frente a los desafíos del cambio climático, los conflictos armados y las crisis económicas, factores que han incrementado la inseguridad alimentaria a nivel global. Según el informe de la Red Global contra las Crisis Alimentarias, en 2024, 295,3 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria aguda, y dos millones enfrentaron una situación “catastrófica”, especialmente en Gaza y Sudán.

En este contexto, el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2: Hambre Cero, cobra una relevancia aún mayor. Este objetivo busca poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible. Para alcanzar estas metas, es esencial adoptar prácticas agrícolas resilientes al clima, como el uso de cultivos resistentes a la sequía y la mejora de la gestión del suelo, que pueden aumentar los rendimientos hasta en un 30% incluso en las regiones más vulnerables.

Como docentes e innovadores en educación, tenemos la responsabilidad de integrar estos desafíos en nuestras aulas. Podemos fomentar proyectos que promuevan la conciencia sobre la seguridad alimentaria, como huertos escolares, campañas de reducción del desperdicio de alimentos y estudios de casos sobre sistemas alimentarios sostenibles. Además, es crucial empoderar a las mujeres en el ámbito agrícola, ya que producen hasta el 80% de los alimentos en muchos países en desarrollo, pero enfrentan desigualdades significativas en el acceso a recursos y formación.

Cada ciudadano puede contribuir a la erradicación del hambre mediante acciones cotidianas: apoyar la agricultura local, reducir el desperdicio de alimentos, adoptar dietas sostenibles y participar en campañas de concienciación. Al educar y actuar, sembramos resiliencia en nuestras comunidades, avanzando hacia un futuro donde el hambre sea una realidad del pasado.

Asegurar un sistema alimentario sostenible es una tarea que nos involucra a todos. Desde la universidad, asumimos el compromiso de formar profesionales capaces de entender los desafíos sociales y ambientales vinculados al hambre y la alimentación. No se trata solo de generar conocimiento, sino de aplicarlo con responsabilidad, con soluciones concretas que respondan a las necesidades reales de las personas y las comunidades
Marizoila Fontana, Directora de Sostenibilidad y Responsabilidad Social de la UPC

En el Perú, diversas iniciativas buscan combatir el hambre y reducir el desperdicio de alimentos. El Banco de Alimentos Perú (BAP), fundado en 2014, ha rescatado más de 60 millones de kilos de alimentos aptos para el consumo, beneficiando a más de un millón de personas a través de comedores populares, ollas comunes, albergues y otras comunidades vulnerables. Además, aplicaciones como Cirkula permiten a los usuarios adquirir alimentos de restaurantes y tiendas con descuentos superiores al 40%, ayudando a reducir el desperdicio alimentario. Asimismo, supermercados como Wong y Metro ofrecen productos a precios reducidos al final del día para evitar su desperdicio. Estas acciones, alineadas con los ODS, especialmente el número 2: Hambre Cero, demuestran cómo la colaboración entre organizaciones, empresas y ciudadanos puede construir un sistema alimentario más justo y sostenible.

Texto trabajado con el apoyo de ChatGPT y Marizoila Fontana.

El 30 de marzo de 2023, será el primer año que se conmemore el Día Internacional de Cero Desechos. En esta fecha se busca crear conciencia sobre las iniciativas de cero desechos para contribuir a lograr un desarrollo sostenible a nivel global.

En esta fecha se busca promover modalidades de consumo y producción sostenibles, fomentar en la sociedad la transición hacia una economía circular y concientizar acerca de la importancia de la contribución tanto de la sociedad como de organismos de los Estados pertenecientes a la ONU, organismos privados, entre otros, y de su implicancia a nivel regional e internacional que contribuya con los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Se estima que los seres humanos generamos anualmente 2240 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos, de los cuales se gestiona únicamente el 55% en instalaciones controladas. Cada año, se pierden o desperdician alrededor de 931 millones de toneladas de alimentos, así como hasta 14 millones de toneladas de desechos plásticos invaden los ecosistemas acuáticos.

ONU

Según lo mencionado por la ONU, es importante que se visibilice  y se concientice sobre lo dañino que son los desechos, debido a que continúan contribuyendo con el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la naturaleza y la contaminación.

Es imprescindible, crear una estrategia de desechos por parte de las industrias en la que los productos tengan un sistema cerrado y circular,  Es decir, los productos deben ser diseñado para poder ser  reutilizados o recuperarse. Asimismo, que sean realizados con materiales que generen un bajo impacto en el medio ambiente.  En el caso de los consumidores,  deben mejorar sus hábitos en los que los productos no sean desechados instantáneamente, sino que tengan un mayor tiempo de uso.

Por su parte, la UPC está comprometida con la sostenibilidad, por lo que en 2021 recibió el Distintivo ESR® por Perú Sostenible; además, cuenta con una alianza con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la que reafirma su compromiso con generar un ambiente académico en el que se reflexione sobre la importancia de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Enlaces de interés:
Naciones Unidas
Día Internacional de Cero Desechos
30 de marzo

ONU
Día Internacional de Cero Desechos 2023
Noticias UPC
Conoce más detalles sobre la gestión sostenible de la UPC