Se viene hablando mucho sobre las evaluaciones online durante el periodo de pandemia y cómo éstas habrían fomentado que los estudiantes hagan trampa en los exámenes. Hace unos días una nota en un artículo publicado en Forbes se señaló que se trataba de una epidemia muy dificil de controlar. En esta nota comentaremos sobre el fenómeno creciente de la «trampa por contrato» (o Contract Cheating) que viene generando alertas no solo en instituciones educativas sino en el sector privado y público en todo el mundo.

El término «Contract cheating» fue acuñado por Lancaster y Clarke en 2006 como «el envío de un trabajo que otorga créditos académicos por el cual el estudiante ha pagado para que un tercero lo escriba», es decir, contratar a alguien para que haga el trabajo y luego presentarlo como propio. Este tipo de trampa se aleja se los sistemas de verificación de plagio pues se trataría de trabajos originales pero no que no han sido realizados por los estudiantes.

No son pocos los estudiantes que acuden a este tipo de servicios y que, señala Lancaster, estaría dispuestos a pagar US$66 por ensayos de 2000 palabras, generando en Estados Unidos una industria de 12,000 millones de dólares según la revista Forbes en 2020.

Qué lleva a los estudiantes a gastar su direro en este tipo de servicios. Un artículo de Yuliya Gorenko en eLearning Industry señala las siguientes razones:

  • Alto estrés y presiones de tiempo durante el proceso de estudio.
  • Presión personal o familiar para lograr mejores resultados
  • Falta de motivación
  • Falta de confianza en la redacción y en las convenciones académicas.
  • Estudiar en un segundo idioma
  • Una falsa expectativa de que hacer trampa traerá resultados positivos
  • Poca comprensión de lo que puede constituir o no trampa
  • La “normalización” del engaño y la percepción de que otros lo están haciendo con éxito
  • Enfoques indulgentes de los educadores con respecto a las trampas y la probabilidad imprevista de ser atrapado

Si pensamos en este problame como una epidemia entonces tenemos que observar que las tecnologías podrían jugar un papel como agravante pues ya existen varios servicios en Internet que ofrecen escribir ensayos utilizando herramientas basadas en Inteligencia artificial. Un bot puede escribir artículos para The Guardian, por ejemplo. Actualmente existen decenas de sitios en internet diseñados para brindar este tipo de servicios.

¿Qué se puede hacer ante este fenómeno?

Lo primero que es necesario entender es que no existe una bala de plata o solución sencilla para este problema. En segundo lugar no debemos concentrar el esfuerzo culpando a las nuevas tecnologías y por el contrario, debemos intentar convertirlas en aliadas de la probidad académica. Finalmente, es importante no concentrarnos en acciones punitivas y fortalecer la creación de una cultura de integridad.

El reciente informe Academic Integrity Report señala un conjunto de posibles soluciones agrupadas de la siguiente forma:

  • Regulación penal: varios países han establecido penas para quienes provean o publiciten servicios de este tipo, sin embargo, al ser servicios que se brindan globalmente, es muy dificil que la ley alcance a generar el impacto necesario.
  • Acción colectiva: mediente el compromiso de las instituciones educativas en el cumplimiento de un conjunto de principios de prevención y colaboración para hacer frente a este problema.
  • Rediseño de evaluaciones: las evaluaciones auténticas que vinculan el conocimiento y la práctica con situaciones reales no son solo más complejas para los servicios de contract cheating sino que son más cercanas a los estudiantes, quienes tendrían menos incentivos para buscar ayuda externa. Es importante tomar en cuenta que no existe ninguna evaluación que sea 100% a prueba de trampa, y por ello no debemos esforzarnos en buscarla, por el contrario sí debemos esforzarnos en crear sistemas de evaluación que motiven a los estudiantes a participar por sí mismos.
  • Cambio cultural: Probablemente el área más compleja de trabajo implica un cambio cultural, pasar de una cultura de persecución y vigilancia a una cultura de diálogo y confianza en las instituciones educativas.
  • Tecnología: La tecnología puede ser una gran aliada para que los docentes detecten comportamientos inadecuados, pero también como herramienta formativa guiando a los estudiantes en el proceso creativo. En lugar de prohibir el uso de tecnología, las instituciones educativas deben aprovechar las ventajas que éstas ofrecen para generar oportunidades de aprendizaje.

Acceso a fuentes utilizadas en esta nota

Podcast sobre el tema:

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