Durante la sesión del 6 de junio, la Comunidad IA en la Educación tuvo como invitado a Miguel Hilario, quien presentó su proyecto en desarrollo: Tutor Bot conversacional que busca acompañar a estudiantes en el fortalecimiento de habilidades cognitivas, particularmente en momentos de bloqueo, frustración o confusión frente a una tarea académica. Lejos de ofrecer respuestas automáticas o resolver problemas, este bot fue diseñado para activar el pensamiento reflexivo del estudiante. 

Inspirado por su experiencia como docente y por las dinámicas reales en el aula, Miguel explicó que el TutorBot no responde directamente a preguntas académicas. En cambio, utiliza preguntas estratégicas que ayudan al estudiante a reconstruir el problema, encontrar palabras clave, identificar lo que no entiende, y avanzar por sí mismo en su proceso de razonamiento. “Es como un profesor paciente que está contigo todo el tiempo, no para darte la respuesta, sino para ayudarte a encontrarla”, comentó. 

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El diseño del bot incluye varios niveles de intervención: desde preguntas simples de repaso (“¿Qué es lo que te están pidiendo exactamente?”) hasta invitaciones a organizar ideas (“¿Te parece si escribimos lo que sabes hasta ahora y lo revisamos juntos?”). También incorpora un enfoque afectivo, reconociendo emociones como el estrés o la inseguridad, y ofreciendo apoyo motivacional.  

La conversación con la comunidad derivó en una rica reflexión sobre los límites de la IA educativa y su verdadero potencial: no reemplazar al docente, sino extender su capacidad de acompañamiento, especialmente en entornos asincrónicos o donde el estudiante necesita un andamiaje emocional y cognitivo inmediato.  

Revisa la grabación de sesión:

El 11 de junio se conmemora el Día Internacional del Juego, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2024 para reconocer el valor fundamental del juego en el desarrollo integral de la infancia. Esta jornada invita a reflexionar sobre el derecho de niñas y niños a jugar, tal como lo establece el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño, y a promover entornos que favorezcan su bienestar físico, emocional, social y cognitivo. El lema de este año, “Elige jugar todos los días”, nos recuerda que el juego no es un lujo, sino una necesidad vital para el aprendizaje y la salud infantil.

Desde una perspectiva educativa, el juego constituye una herramienta pedagógica poderosa. El aprendizaje basado en juegos (ABJ) y la ludificación han demostrado ser estrategias efectivas para fomentar la motivación, la creatividad y la participación activa de los estudiantes. Estas metodologías no solo facilitan la adquisición de conocimientos académicos, sino que también desarrollan habilidades socioemocionales esenciales, como la empatía, la resiliencia y la colaboración. En contextos escolares, el juego permite adaptar la enseñanza a las necesidades individuales, promoviendo una educación inclusiva y equitativa.

La relevancia del juego en la educación se alinea estrechamente con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4): “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. En particular, la meta 4.2 del ODS 4 enfatiza la importancia de asegurar que todas las niñas y niños tengan acceso a un desarrollo de calidad en la primera infancia, incluida la educación preescolar, para que estén preparados para la educación primaria. El juego, al ser una forma natural de aprendizaje en la infancia, es fundamental para alcanzar este objetivo.

En este Día Internacional del Juego, hacemos un llamado a los docentes a integrar el juego de manera intencionada en sus prácticas pedagógicas. Esto implica no solo reconocer su valor intrínseco, sino también diseñar experiencias lúdicas que estén alineadas con los objetivos curriculares y que respondan a las diversas realidades de los estudiantes. Fomentar espacios seguros y estimulantes para el juego es esencial para construir una educación que empodere a los niños y jóvenes, preparándolos para enfrentar los desafíos de un mundo en constante cambio.

En el ámbito de la educación superior, el uso del juego y la ludificación cobra un rol cada vez más relevante como estrategia didáctica para promover el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el aprendizaje colaborativo. En carreras universitarias, los simuladores, los juegos de rol y los retos gamificados permiten al estudiantado experimentar situaciones complejas de manera segura, reflexionar sobre sus decisiones y construir conocimiento a través de la experiencia. Estas metodologías, bien diseñadas, pueden incrementar el compromiso académico y generar entornos de aprendizaje más significativos, incluso en contextos digitales o híbridos.

Texto trabajado con el apoyo de ChatGPT

En la sesión del viernes 23 de mayo, la Comunidad IA en la Educación reunió a docentes y especialistas en una enriquecedora sesión que contó con la participación de Ezequiel Molina (Banco Mundial) y Exequiel Medina, autores del reporte La revolución de la IA en la Educación Superior. Lo que hay que saber. El documento, elaborado a inicios de 2025, fue el punto de partida para una conversación abierta sobre oportunidades, brechas y desafíos que enfrenta la región en la integración de la inteligencia artificial en las universidades. 

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Tomado de la presentación

Durante la sesión, se destacaron datos preocupantes como la persistencia de desigualdades educativas, la alta deserción universitaria y la baja participación de América Latina en el desarrollo de tecnologías de IA. Sin embargo, también se presentaron casos esperanzadores como “Mateo”, un tutor virtual desarrollado en Chile que demuestra cómo la IA puede mejorar el acompañamiento académico si se implementa con propósito. 

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Tomado de la presentación

La discusión se extendió hacia los riesgos de la automatización, el desfase entre formación universitaria y mercado laboral, y la urgencia de preparar a los estudiantes en habilidades críticas más allá de lo técnico. También se subrayó la falta de lineamientos institucionales para el uso ético y pedagógico de la IA, una preocupación compartida por la mayoría de los docentes presentes. 

Como cierre, los ponentes recordaron que la IA no reemplazará a los educadores, pero sí transformará radicalmente su rol. Frente a ello, la recomendación fue clara: formar comunidades de aprendizaje activas, hacer pilotos responsables y avanzar al ritmo del cambio, con los estudiantes siempre en el centro. 

*El post fue elaborado con ayuda de ChatGPT.

Revisa la grabación de la sesión, aquí:

El mes de marzo trajo a la Comunidad IA en la Educación un conjunto de encuentros ricos en aprendizajes, donde se abordaron desafíos, experiencias prácticas y avances de investigación relacionados con la integración de la inteligencia artificial en la enseñanza. Estas son las principales reflexiones y actividades que marcaron las sesiones del mes. 

7 de marzo: Experiencias globales en formación docente con IA 

La primera sesión de marzo tuvo como invitados a Jake Van Clief y César Estremadoyro, quienes compartieron experiencias innovadoras sobre el acompañamiento docente en el uso de IA. 

Jake presentó una herramienta, llamada Eduba Labs, centrado en empoderar a los educadores para usar IA de manera crítica y autónoma. La iniciativa busca ofrecer entornos seguros, éticos y controlados por los propios docentes, reforzando la confianza en el uso pedagógico de estas tecnologías. Se destacó la importancia de trasladar el protagonismo a los educadores. 

La sesión dejó una invitación abierta a explorar modelos alternativos de formación y gestión ética de la IA, adaptables a distintos contextos educativos. 

14 de marzo: Desafíos de la IA en México 

La segunda sesión fue liderada por Lizeth Carolina Izurieta desde México, quien compartió una presentación de la realidad educativa en México. 

Lizeth describió el enorme desafío que enfrentan regiones como la sierra norte de Puebla, donde muchas comunidades no cuentan con acceso básico a electricidad, mucho menos a Internet. Se destacó que apenas el 23% de las zonas rurales tienen acceso a conectividad, lo que limita drásticamente la implementación de herramientas basadas en IA. Pese a estas dificultades, Lizeth mostró casos inspiradores de cómo algunas universidades mexicanas están comenzando a explorar la IA para la tutoría virtual, el aprendizaje adaptativo y el acompañamiento administrativo. 

La presentación fue una valiosa oportunidad para visibilizar la necesidad urgente de reducir las brechas digitales y promover un uso equitativo de la IA en educación. 

21 de marzo: Avances de la revisión sistemática sobre ética e IA 

En esta sesión, Madeleine Palacios presentó los resultados preliminares de la revisión sistemática sobre ética en IA aplicada a la educación superior, liderada por la comunidad como parte del plan de trabajo de Metared TIC. 

Tras revisar 118 artículos, el equipo seleccionó 49 estudios clave que están siendo codificados. Madeleine destacó la riqueza de hallazgos, incluyendo la propuesta de modelos ecológicos de gobernanza de la IA, que sugieren integrar dimensiones pedagógicas, operativas y de alta dirección para formular políticas institucionales claras. 

Se destacó la importancia de continuar con estudios empíricos y longitudinales, así como de postular el artículo resultante a revistas indexadas. 

28 de marzo: Evaluación en la era de la IA 

La última sesión del mes estuvo a cargo de Juandiego Morzán, quien presentó un caso de uso innovador de IA generativa en evaluación académica, desarrollado en colaboración con el equipo de Campus Global de la UPC

Juandiego expuso cómo aplicaron tecnologías de speech analytics para evaluar videos de estudiantes utilizando modelos de lenguaje avanzado como GPT-4. El sistema permite procesar automáticamente los discursos, transcribirlos, evaluarlos con base en rúbricas prediseñadas y entregar retroalimentación personalizada, agilizando así los procesos. 

El cierre de la sesión abrió un debate sobre el rol del docente en la era de la IA, la necesidad de rediseñar las evaluaciones para desarrollar pensamiento crítico y creativo, y el cuidado al enfrentar los desafíos éticos del uso de estas herramientas. 

Por: Victor Lozano

Cuando a Albert Einstein le preguntaron cómo había llegado a ser un genio, respondió con sencillez: “Lo importante es no dejar de hacerse preguntas“. Esta reflexión encierra una profunda verdad: nuestra capacidad para cuestionar el mundo ha sido el motor de nuestro progreso. Los humanos hemos avanzado gracias a nuestra habilidad para formular preguntas cada vez más complejas.

Hemos creado sistemas capaces de generar respuestas instantáneas a cualquier pregunta. En las aulas universitarias, inteligencias artificiales como ChatGPT son utilizadas para hacer análisis que antes requerían horas de investigación.

La biología nos ofrece una perspectiva sobre el costo energético del pensamiento. Nuestro cerebro humano consume aproximadamente el 20% de la energía corporal total, a pesar de representar sólo alrededor del 2% del peso corporal (Raichle & Gusnard, 2002). Este dato ha sido confirmado por múltiples estudios científicos, incluyendo investigaciones publicadas en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Las investigaciones científicas indican que el cerebro requiere un aporte energético permanente para mantenerse en funcionamiento, aun cuando no realice ninguna tarea aparente. Este alto costo energético podría explicar parcialmente por qué nuestras mentes tienden hacia cierta eficiencia cognitiva en determinadas circunstancias.

No es de extrañar que la posibilidad de externalizar el esfuerzo cognitivo a las inteligencias artificiales nos resulte eficiente. Cuando la IA nos ofrece respuestas inmediatas, nuestro cerebro, siempre atento al ahorro energético, lo interpreta como una ventaja.

Por otro lado, la promesa fundamental de la inteligencia artificial reside en la automatización: liberarnos de tareas cognitivas repetitivas para que podamos dedicar nuestras capacidades a problemas más significativos. En teoría, esto debería conducir a una explosión de creatividad y pensamiento original. Sin embargo, existe una contradicción profunda: muchas de las habilidades que la IA promete hacer redundantes son precisamente aquellas que constituyen la base del pensamiento crítico.

Según el informe “Future of Jobs 2023” del Foro Económico Mundial, el pensamiento crítico y analítico ocupa el segundo lugar entre las habilidades más demandadas en el mundo laboral actual, solo superado por el pensamiento creativo. Paradójicamente, mientras el mercado laboral valora cada vez más estas capacidades, la tecnología amenaza con atrofiarlas al eliminar las oportunidades para su ejercicio.

Esta tensión nos remite a los orígenes mismos del pensamiento crítico occidental. Cuando Sócrates desarrolló un método basado en el cuestionamiento sistemático: a través de preguntas estratégicamente formuladas, guiaba a sus discípulos hacia el descubrimiento de sus propias contradicciones e inconsistencias. El objetivo no era proporcionar respuestas, sino cultivar la capacidad de interrogar la realidad. Como señaló “una vida sin cuestionamiento no merece ser vivida”.

Resulta irónico que muchos sistemas de IA actuales, como ChatGPT, utilicen técnicas inspiradas en el diálogo socrático para generar sus respuestas. La tecnología ha asimilado la forma del método socrático, pero invirtiendo su propósito: en lugar de estimular el cuestionamiento, proporciona respuestas que pueden desincentivar la indagación.

La neurociencia moderna ha confirmado lo que los educadores han intuido durante siglos: nuestro cerebro se moldea en función de cómo lo utilizamos. Este fenómeno, conocido como neuroplasticidad, implica que cada experiencia de aprendizaje literalmente reconfigura nuestra arquitectura neural. Esta realidad biológica plantea interrogantes sobre cómo integrar la IA en la educación superior. Si delegamos demasiadas funciones cognitivas a los algoritmos, ¿estamos privando a nuestros cerebros de los estímulos necesarios para desarrollar capacidades críticas?

Si eres profesor, seguramente te ha tocado un perfil de alumno singular. Ese que se queda al final de la clase haciendo preguntas, el que muestra un interés superior al promedio, consulta por conceptos diversos y pregunta por autores. Es el alumno que, en silencio, reflexiona y prepara su intervención. Sus preguntas son rigurosas, curiosas y, a veces, disruptivas, haciendo emerger el conocimiento tanto en el aula como fuera de ella. ¿Puede fortalecer la IA el pensamiento crítico de este tipo de alumno? ¿Y qué sucede con el estudiante más estándar, el que sigue el programa y rara vez desafía las ideas establecidas? La integración efectiva de la IA en el aula requiere un enfoque que potencie, en lugar de sustituir, el desarrollo del pensamiento crítico.

Un enfoque prometedor consiste en utilizar la IA como herramienta de contraste y verificación. Cuando los estudiantes comparan sus propias respuestas con las generadas por herramientas de IA, pueden desarrollar una comprensión más profunda de los temas al identificar diferencias, posibles errores o sesgos en ambas fuentes. Este ejercicio de evaluación crítica puede fomentar habilidades analíticas de los estudiantes.

El diseño inverso de problemas representa otra táctica valiosa. En este enfoque, los estudiantes utilizan la IA para generar respuestas y luego trabajan retrospectivamente para formular las preguntas que podrían haber llevado a esas conclusiones. Este proceso ayuda a fomentar la cognición y la comprensión de cómo se construye el conocimiento.

Las actividades que requieren que los estudiantes perfeccionen progresivamente sus instrucciones (prompts) a la IA, ayudan a desarrollar habilidades metacognitivas, pues este proceso los obliga a considerar qué hace que una pregunta sea efectiva y qué conocimientos previos se requieren para formularla adecuadamente.

Además, que los estudiantes alternen tareas realizadas con y sin asistencia de IA permite a los estudiantes reflexionar sobre las diferencias en sus procesos cognitivos y resultados en ambos contextos, reforzando la conciencia sobre sus propias capacidades intelectuales.

Existen razones sólidas para sostener que la IA puede fortalecer el pensamiento crítico cuando se integra adecuadamente en el proceso educativo. La IA puede democratizar el acceso a tutorías personalizadas. Plataformas adaptativas como Khan Academy y Duolingo han comenzado a implementar sistemas de IA que ajustan el contenido y las preguntas al nivel de comprensión de cada estudiante.

En el ámbito de la escritura académica, herramientas como Grammarly o ChatGPT pueden proporcionar retroalimentación inmediata sobre aspectos estilísticos y estructurales de los ensayos. Sin embargo, los beneficios más profundos surgen cuando estas sugerencias se utilizan como punto de partida para la reflexión, no como soluciones definitivas.

¿Un futuro de simbiosis intelectual?

Ante estos desafíos, el objetivo para la educación superior no debe ser resistirse al avance tecnológico, sino forjar una relación simbiótica con la IA que potencie nuestras capacidades cognitivas en lugar de reemplazarlas. Esta visión requiere un replanteamiento fundamental de cómo enseñamos y evaluamos el pensamiento crítico en la era digital.

En primer lugar, los educadores deben diseñar experiencias de aprendizaje que enfaticen el proceso de indagación sobre el producto final. Este método obliga a los alumnos a ejercitar precisamente la habilidad que Einstein consideraba fundamental: la formulación de buenas preguntas.

Las universidades también deben reconsiderar sus métodos de evaluación. Los exámenes tradicionales, diseñados para medir la capacidad de recordar y aplicar información, se vuelven obsoletos en un mundo donde esa información es instantáneamente accesible.

Las evaluaciones mediante análisis comparativo representan una innovación valiosa con IA. Los estudiantes podrían recibir un mismo problema resuelto por tres fuentes distintas: un experto humano, un sistema de IA, y un compañero de clase. Su tarea consistiría en analizar críticamente las tres soluciones, identificando fortalezas y debilidades metodológicas de cada aproximación, y finalmente proponer una síntesis mejorada. Este método desarrolla simultáneamente habilidades analíticas y la capacidad de discernir la calidad del razonamiento independientemente de su origen.

Las evaluaciones progresivas con IA permiten medir el desarrollo incremental del pensamiento. En este formato, los estudiantes abordan un problema complejo en etapas, utilizando la IA como asistente controlado en puntos específicos del proceso. Por ejemplo, podrían formular inicialmente su enfoque sin asistencia, luego consultar a la IA para obtener perspectivas adicionales, posteriormente refinar su solución, y finalmente reflexionar sobre cómo evolucionó su pensamiento a lo largo del proceso. Esta modalidad evalúa tanto el resultado final como la trayectoria de aprendizaje.

Debemos reconocer que la relación entre humanos y máquinas inteligentes no es un juego de suma cero. Como argumenta el ajedrecista Garry Kasparov—quien experimentó tanto la derrota ante la IA como la colaboración con ella—”la combinación de inteligencia humana y artificial puede elevar nuestro pensamiento a niveles previamente inalcanzables”.

La paradoja central de nuestra era es que, mientras la IA asume cada vez más funciones cognitivas, el pensamiento crítico genuino se vuelve simultáneamente más escaso y más valioso. En este escenario transformado, la educación superior debe evolucionar desde un modelo centrado en la transmisión de respuestas hacia uno que cultive la capacidad de formular preguntas profundas y significativas.

Como señala la filósofa Martha Nussbaum, “la educación no consiste en la asimilación pasiva de datos, sino en el cultivo de la capacidad para el asombro”. Esta capacidad, el asombro intelectual que impulsa la indagación genuina, puede ser tanto amenazada como potenciada por la IA, dependiendo de cómo estructuremos nuestra relación con la tecnología. 

El reto para educadores, estudiantes e instituciones no es simplemente integrar la IA en las prácticas existentes, sino reimaginar qué significa pensar crítica y creativamente en un mundo de inteligencia híbrida.

Referencias

Eagleman, D. (2011). Incognito: The Secret Lives of the Brain. Pantheon Books.

Kasparov, G. (2017). Deep Thinking: Where Machine Intelligence Ends and Human Creativity Begins. PublicAffairs.

Nussbaum, M. C. (2010). Not for profit: Why democracy needs the humanities. Princeton University Press.

World Economic Forum. (2023). Future of Jobs Report 2023. WEF.

Cada 17 de mayo conmemoramos el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, una fecha clave para reflexionar sobre el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en nuestras sociedades. Desde la expansión de internet hasta el auge de la inteligencia artificial, la era digital ha redefinido la manera en que nos comunicamos, trabajamos, participamos y accedemos a la información.

En este contexto, la sociedad de la información representa una transformación profunda en la estructura social, donde los datos, el conocimiento y la conectividad se convierten en recursos estratégicos. Sin embargo, este avance no está exento de tensiones: la desinformación, la vulnerabilidad ante los ciberataques, el uso indebido de datos personales y la exclusión digital siguen siendo desafíos que deben ser abordados con urgencia y responsabilidad.

Uno de los pilares clave para enfrentar estos desafíos es el fortalecimiento de la ciudadanía digital. Ser parte activa de la sociedad de la información implica no solo tener acceso a la tecnología, sino también desarrollar competencias críticas para usarla de forma ética, segura y participativa. Esto incluye desde la protección de datos personales hasta la capacidad de identificar noticias falsas, comprender algoritmos y participar activamente en espacios digitales democráticos.

La conectividad con propósito debe ir de la mano con políticas públicas inclusivas, marcos regulatorios sólidos, inversión en infraestructura digital y programas de alfabetización digital para toda la población. Solo así podremos garantizar que las telecomunicaciones y la tecnología contribuyan al bienestar común y al desarrollo sostenible.

En Perú, el acceso a internet en los hogares rurales es predominantemente a través de dispositivos móviles prepagos, con un 46,3% de los hogares utilizando esta modalidad . El acceso mediante líneas fijas es considerablemente menor, con solo un 1,8% de los hogares rurales utilizando este tipo de conexión

Estos datos evidencian la necesidad de continuar fortaleciendo la infraestructura de telecomunicaciones en las zonas rurales del Perú, en línea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 9, que busca construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y fomentar la innovación. La mejora en la conectividad es esencial para garantizar que todas las personas, independientemente de su ubicación geográfica, puedan acceder a las oportunidades que ofrece la sociedad de la información.

Recomendamos visitar relacionados a este tema:
Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT)
Internet Society
UNESCO: curso asíncrono “Pensar la ciudadanía digital”

Texto trabajado con el apoyo de ChatGPT.

Cada 3 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa, impulsado por la UNESCO para resaltar la importancia de un periodismo libre, plural e independiente como base de la democracia. En esta edición, el enfoque estará en el impacto de la inteligencia artificial en el ejercicio periodístico, bajo el tema: “Informar en un mundo feliz: el impacto de la inteligencia artificial en la libertad de prensa y los medios de comunicación.”

La IA está transformando el periodismo, proporcionando herramientas que optimizan el periodismo de investigación, la creación de contenido y la verificación de datos. Permite una mayor eficiencia, accesibilidad multilingüe y un mejor análisis de datos. 
UNESCO

La libertad de prensa permite denunciar abusos, fiscalizar el poder y promover la transparencia. Sin ella, la desinformación gana terreno y se debilita el debate público. En la era digital, este derecho se extiende más allá de los medios tradicionales y se defiende también en redes sociales, plataformas virtuales y entornos automatizados, donde la búsqueda de la verdad debe mantenerse firme.

La evolución hacia el periodismo digital ha ampliado las formas de narrar y conectar con la audiencia. Sin embargo, este nuevo entorno plantea grandes desafíos: enfrentar las noticias falsas, preservar la ética periodística y adaptarse a la rapidez con que hoy se consume la información. Herramientas como la inteligencia artificial, los podcasts y los boletines digitales están transformando el oficio, sin que su esencia pierda relevancia.

Los estudiantes de comunicación enfrentan este escenario como agentes clave del cambio. Aprenden a verificar en tiempo real, a contar historias en distintos formatos y a formarse como profesionales responsables en medio de una avalancha de contenidos. Su preparación exige habilidades técnicas y un profundo compromiso ético con el derecho a la información.

Nos ha tocado vivir tiempos donde la mentira viaja más rápido que la verdad, en donde el exceso de la información nos desafía. En medio de esta turbulencia de datos y algoritmos, el periodismo sigue siendo un oficio no apto para cínicos. Como periodistas no debemos olvidar que nuestro trabajo, por más tecnología que tengamos a la mano, implica investigar, ensuciarnos los zapatos, bajar al campo, escuchar a las personas y recoger la información de una manera rigurosa. Los grandes modelos de lenguaje pueden producir millones de palabras en segundos, pero no saben distinguir el rumor de la noticia. Ahí, está la diferencia entre una IA que redacta y un periodista que, con la paciencia de quien siembra en terreno incierto, busca la verdad entre las grietas, encuentra en ellas la belleza de la información.
Daniel Flores Bueno, periodista y docente de la UPC

Renovemos nuestro compromiso con un periodismo libre, ético y al servicio de la sociedad. Que la tecnología y la inteligencia artificial no sean una amenaza, sino una oportunidad para llegar más lejos, fortalecer la verdad y ampliar el impacto de la libertad de prensa en todo el mundo.

Texto trabajado con el apoyo de ChatGPT y Daniel Flores.

Docentes y estudiantes de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) participaron en el Global Meetup 2025 de la University Innovation Fellows, realizado en la Universidad de Twente, en los Países Bajos. Esta experiencia fue profundamente enriquecedora, llena de aprendizajes, conexiones internacionales y oportunidades para seguir impulsando la innovación educativa desde nuestra comunidad universitaria. Representando con orgullo a la UPC, participaron:

  • Fabiola Espinoza Inoñan – Ingeniería de Software
  • Diana León Quispe – Administración y Marketing
  • Irvin Soto Orbezo – Ingeniería Electrónica
  • Milagros Chumbimuni Mayo – Ingeniería de Gestión Empresarial
  • Silvana Balarezo Perea – docente de la facultad de Negocios
  • Shirley Villanes – docente de Ingeniería de Sistemas
  • Adriana Aleman – docente de Arquitectura
  • Erika Bedoya Chirinos – Directora académica de campus Monterrico y Villa
  • Jessica Vlasica Malpartida – docente de la facultad de Negocios y de Postgrado

El Global Meetup 2025 reunió a más de 250 estudiantes, educadores y miembros del ecosistema universitario de más de 60 instituciones de todo el mundo. Durante el encuentro, los participantes exploraron herramientas de innovación como el enfoque de Responsible Futuring, compartieron experiencias, y se conectaron con la vibrante comunidad innovadora de la región.

DesignLab anima al grupo internacional de entusiastas de la innovación con diferentes trayectorias a aprender mutuamente, lo que permite trabajar de forma transdisciplinaria. Nos ayuda, como sociedad, a nuestras futuras generaciones y a nuestro medio ambiente, a trabajar en soluciones para los desafíos sociales. utwente.nl

La participación en el Meetup impulsa a los estudiantes a liderar el cambio en sus universidades, promoviendo una cultura de aprendizaje activo, colaborativo y centrado en el ser humano. Estas experiencias fortalecen su rol como agentes de transformación, capaces de desarrollar soluciones creativas para los desafíos educativos de sus comunidades.

Los faculty, quienes son docentes o miembros del equipo académico, cumplen un papel fundamental como mentores y guías en este proceso. Su acompañamiento permite conectar las iniciativas estudiantiles con la visión institucional, promoviendo que las ideas innovadoras se traduzcan en acciones concretas y sostenibles dentro de la universidad.

Este Meetup reafirmó algo en lo que he creído durante mucho tiempo: cuando nos unimos con un propósito, independientemente de dónde vengamos, podemos construir puentes de innovación, empatía y acción transformadora. Jessica Vlasica

Desde la UPC, nos sentimos profundamente orgullosos de la participación y el compromiso de nuestros representantes. Confiamos en que esta experiencia inspiradora se reflejará en proyectos e iniciativas que impulsen el cambio positivo en nuestra universidad. ¡Esperamos con entusiasmo ver cómo siguen transformando la educación desde su rol como agentes de cambio!

Cada 7 de abril, el mundo conmemora el Día Mundial de la Salud, una fecha impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para visibilizar los principales desafíos en torno al bienestar global. Este 2025, el lema elegido es “Comienzos saludables, futuros esperanzadores”, un llamado a fortalecer la salud materna y neonatal como base para un futuro más justo y sostenible. En este contexto, la educación se posiciona como una herramienta clave para generar cambios duraderos en la salud de las personas y las comunidades.

La educación en salud no solo promueve hábitos saludables, sino que también empodera a las personas para tomar decisiones informadas sobre su bienestar físico y mental. Desde la infancia, incorporar contenidos sobre nutrición, salud emocional, prevención de enfermedades y autocuidado en los entornos educativos permite desarrollar una ciudadanía más consciente, crítica y resiliente. En el caso de la salud materna, el acceso a información clara y oportuna puede marcar la diferencia entre un embarazo seguro y uno en riesgo.

Cuidar la salud de otros requiere primero cuidar la propia. Es fundamental promover nuestro bienestar físico y mental, ya que ambos aspectos trabajan en conjunto para asegurar un óptimo desempeño en todas las áreas de la vida. Hoy más que nunca, es momento de reflexionar, comprendernos y educarnos en el autocuidado, especialmente quienes dedicamos nuestra vida al cuidado de los demás. Promover hábitos saludables es dar el primer paso hacia una vida plena.
Jack Avila Velásquez, docente de la carrera de Medicina

Además, la formación continua de profesionales del ámbito educativo y sanitario fortalece el trabajo interdisciplinario en favor de la salud comunitaria. Escuelas, universidades y espacios de aprendizaje informal se convierten así en escenarios estratégicos para fomentar una cultura de prevención y cuidado mutuo. La innovación educativa, por su parte, permite diseñar experiencias significativas que acerquen los temas de salud a estudiantes de todas las edades y contextos, utilizando recursos digitales, tecnologías inmersivas o metodologías activas.

Todo esto se conecta directamente con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3: “Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades”. Para alcanzar esta meta, es indispensable invertir no solo en servicios de salud, sino también en estrategias educativas que promuevan estilos de vida saludables y el acceso equitativo al conocimiento. En este Día Mundial de la Salud, reafirmamos el compromiso de la educación como aliada fundamental para construir futuros más saludables y esperanzadores.

Texto trabajado con el apoyo de ChatGPT y Jack Avila Velásquez