Cada 18 de junio, el Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio nos recuerda que el lenguaje no es neutral: puede herir, marginar e incluso atentar contra la dignidad humana. En un mundo interconectado por redes digitales, las palabras crean realidades y abren o cierran caminos para la convivencia. Es nuestra responsabilidad colectiva como seres humanos proteger el valor de cada persona y actuar ante cualquier forma de odio verbal.

Como individuos, tenemos el poder de decidir si nuestras interacciones construyen puentes o muros. Este día nos llama a cultivar empatía activa: responder cuando vemos discriminación, educar con el ejemplo y defender el respeto, incluso en medio de la polarización. La indiferencia, aunque silenciosa, puede perpetuar el sufrimiento. Cada pequeño gesto como un diálogo respetuoso, una corrección amable o una consulta informada, fortalece nuestra humanidad compartida.

En efecto, hoy en día que la comunicación es inmediata y podemos obtener la información en tiempo real y las personas suelen compartir experiencias, vivencias en las redes sociales, nos toca opinar con respeto y no guiados por el prejuicio. Uno puede expresar su opinión, pero sin ofender la opinión de quien pública. No existe una verdad absoluta y lo valioso es conocer la opinión de otra persona que piensa distinto a mí. Debemos celebrar las diferencias, porque esto enriquece mi mundo interior.
María Teresa Díaz Calderón, Jefa de Orientación Psicopedagógica de la UPC

A nivel global, según Statista las cifras muestran una realidad alarmante: dos de cada tres personas aseguran haber encontrado con frecuencia discursos de odio en redes sociales, según encuestas realizadas entre agosto de 2022 y septiembre de 2023. Además, Wall Street Journal publicó un estudio de la Anti Defamation League reveló que el 46?% de los adultos en el mundo albergan actitudes antisemitas, y el 21?% de los encuestados no conoce o niega el Holocausto. Estos datos nos enfrentan a una emergencia educativa y moral: no podemos darnos el lujo de ignorar la magnitud del problema.

Muchas veces estas actitudes que llevan un fondo discriminatorio, las aprendemos desde temprana edad y luego las internalizamos como juicios nuestros para explicar una realidad y las volvemos verdades absolutas. El entorno universitario es un espacio ideal en el que podemos reformular nuestra forma de pensar y empezar a relacionarnos de una manera más empática y asertiva, valorando la diferencia y expresando nuestra posición con respeto.

Desde el ámbito en el que nos encontremos podemos fomentar la sinergia, el encuentro con personas que piensen distinto a mí, el trabajo en equipo se potenciara si somos diversos y complementarios en el respeto y el trato justo y equitativo
María Teresa Díaz Calderón

La acción no requiere amplificadores mediáticos: comienza en lo cotidiano. Podemos compartir contenidos que promuevan la diversidad, participar en iniciativas de counterspeech como #IamHere y formarnos en alfabetización mediática para identificar bulos y estereotipos. Instituciones como UNESCO ofrecen guías para educadores que impulsan el pensamiento crítico y la convivencia. Actuar desde lo local —escuela, familia, comunidad— genera un impacto real.

Este 18 de junio, más allá de conmemorar, debemos reforzar nuestra convicción de que ninguna persona merece ser deshumanizada por lo que es. Que nuestras conversaciones, comportamientos y decisiones proyecten el mundo en el que queremos vivir: inclusivo, empático y libre de odio. Porque la dignidad humana no es una opción, es el fundamento de nuestra convivencia.

Texto trabajado con el apoyo de ChatGPT y María Teresa Díaz Calderón.

Cada 4 de febrero, el Día Internacional de la Fraternidad Humana nos recuerda la importancia de construir un mundo basado en el respeto, la solidaridad y la convivencia pacífica. Pero ¿qué significa realmente la fraternidad en el ámbito educativo? Más allá del aula, es el motor que impulsa una educación más inclusiva, donde docentes y estudiantes colaboran para generar impacto en sus comunidades. La universidad no solo debe transmitir conocimientos, sino también formar ciudadanos comprometidos e interesados en construir puentes y transformar su entorno, más empático y justo para todos.

La fraternidad en la educación se vive a través de metodologías que fomentan la cooperación y el aprendizaje cooperativo. Espacios de trabajo en equipo, que se enriquecen con la experiencia y el aporte de los talentos de cada uno de los integrantes, proyectos con impacto y responsabilidad social y el uso de tecnologías, como herramientas que conectan a estudiantes de distintas realidades, que permiten que la diversidad y la divergencia se convierta en una fortaleza. La clave está en propiciar experiencias donde el conocimiento no solo se construya, sino que también se comparta con un propósito común: mejorar la vida de las personas y el entorno, celebrando las diferencias.

En un mundo interconectado, la educación no puede quedarse solo en las aulas. Necesitamos formar ciudadanos digitales responsables, capaces de dialogar y trabajar con personas de diferentes culturas, historias, experiencias de vida y perspectivas. La inclusión de la fraternidad humana en el currículo, la promoción de la ciudadanía global y el desarrollo de competencias socio emocionales son esenciales para que la educación trascienda las fronteras y genere cambios reales en la sociedad.

¿Cómo podemos llevar la fraternidad humana a la educación?

  • Fomentar el aprendizaje colaborativo: Diseñar actividades y proyectos donde los estudiantes trabajen juntos para resolver problemas reales.
  • Promover espacios de diálogo intercultural: Organizar encuentros, debates o foros que impulsen el respeto por la diversidad y la inclusión.
  • Impulsar el voluntariado y la innovación social: Vincular la formación académica con iniciativas que generen impacto en comunidades vulnerables.
  • Aprovechar la tecnología para conectar y compartir: Usar plataformas digitales para crear redes de conocimiento y apoyo mutuo.
  • Promover el desarrollo de habilidades blandas: Desde el aula se puede potenciar la resolución de conflictos, el asertividad, la tolerancia a la frustración, la resiliencia entre otras.

Al respecto María Teresa Diaz, psicóloga y jefa de Orientación Psicopedagógica de la UPC nos comenta:

El docente tiene un rol muy importante en el aula de clase, dado que no solo es un facilitador de aprendizajes, sino que a través de sus actitudes, puede modelar habilidades sociales, puede inspirar valores como el respeto frente a las diferencias e inspirar a ser un líder de cambio. El docente es el primer agente que puede favorecer un clima emocional mas justo y digno donde todos se sientan seguros.

La educación tiene el poder de transformar vidas, y la fraternidad es el puente que nos permite construir un futuro más justo y solidario. ¿Estás listo para llevar la fraternidad más allá del aula? ¿Este año te comprometes a ser más fraterno con tus compañeros de trabajo y tus estudiantes? Te animamos a hacerlo, todo comienza por una decisión.

Texto trabajado con el apoyo de ChatGPT y María Teresa Diaz Calderón

El mundo de la educación está experimentando una transformación sin precedentes gracias a la tecnología. El aprendizaje digital ha abierto puertas a una cantidad inmensa de datos que nos permiten analizar y comprender mejor los procesos y resultados educativos. Dos áreas que han ganado protagonismo son la Analítica del Aprendizaje (LA) y la Minería de Datos Educativos (EDM). Mientras que LA se centra en optimizar el aprendizaje a través del análisis de datos, EDM explora datos específicos del contexto educativo.

Con la evolución de la Inteligencia Artificial en Educación (AIED), hemos visto un cambio de la IA basada en conocimiento a enfoques más centrados en el aprendizaje automático. La IA basada en datos, por ejemplo, utiliza grandes volúmenes de información para crear modelos predictivos. A lo largo de los años, la AIED ha enriquecido la educación con sistemas de tutoría inteligente, que ofrecen contenido personalizado basado en las necesidades individuales del estudiante.

Los avances en la IA, como los modelos de lenguaje GPT-4 de OpenAI, están redefiniendo lo que es posible en el ámbito educativo. Estas herramientas no solo emulan capacidades humanas en tareas intelectuales, sino que también prometen transformar la educación en los próximos años. Las aplicaciones basadas en IA, como la traducción de lenguaje y la conversión de voz a texto, ya son herramientas esenciales para estudiantes y profesores.

Un desarrollo emocionante en este espacio es la aparición de sistemas de IA generativos, como el GPT-3. Estos sistemas pueden ser “programados” a través de instrucciones en lenguaje natural, lo que permite una adaptación en tiempo real a las necesidades del usuario. Sin embargo, con grandes poderes vienen grandes responsabilidades. Es esencial abordar los desafíos éticos y culturales que surgen con la implementación de estas tecnologías, especialmente en el ámbito educativo.

El enfoque tradicional de la educación ha sido el desarrollo de habilidades y competencias específicas. Sin embargo, en una era dominada por la IA, es crucial que la educación se centre en el desarrollo humano integral, fomentando habilidades como el liderazgo, la comunicación y la empatía.

Finalmente, la IA también está revolucionando la evaluación educativa. Con la capacidad de recopilar y analizar datos en tiempo real, los educadores ahora tienen herramientas más avanzadas para apoyar la evaluación formativa continua. Sin embargo, con la creciente recolección de datos, es fundamental abordar las consideraciones éticas y garantizar que se utilicen de manera responsable.

En conclusión, la IA está redefiniendo el paisaje educativo, ofreciendo oportunidades emocionantes para mejorar la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo, es esencial que avancemos con precaución, garantizando que estas herramientas se utilicen de manera ética y beneficiosa para todos.

Publicación realizada en base a: On the Futures of Technology in Education: Emerging Trends and Policy Implications