Una serie que no pensaba ver. Recordaba las malas (pésimas) segunda y tercera partes de Karate Kid y me imaginaba que la serie no podía dejar de ser peor. Pero un largo viaje me llevó a elegir algo «ligero» para el camino.

No es spoiler decir que se trata del reencuentro -30 años después- de los otrora jóvenes rivales. En la serie el protagonista ya no es Daniel LaRusso sino Johnny Lawrence, sí, el bravucón de la historia original que aprendió el «Karate malo» y que por ello su vida terminó siendo una desgracia, a diferencia de quien aprendió el «Karate bueno» (sí, el de Okinawa, el de Mr. Miyagi) y que luego tuvo una vida exitosa.

Hasta aquí parece ser la tonta historia que busca explicar el éxito en la vida a partir de las enseñanzas recibidas durante el proceso formativo. Pero la historia va más allá y nos muestra a una persona (Johnny Lawrence) que lucha por desaprender lo aprendido, pero que reconoce que lo aprendido es lo único que tiene de valor, de algún valor. Y este alumno se convierte en docente (Sensei) al encontrar un estudiante interesado en aprender.

Al ejercer la docencia, el protagonista entiende la responsabilidad que implica ser un maestro, entiende que el mundo ha cambiado y que no puede simplemente repetir, sin ningún filtro, las enseñanzas recibidas cuando fue aprendiz. En ese momento se interna en un terreno riesgoso, empieza a crear algo alternativo, algo propio, algo nuevo… incluso para él mismo.

Es así que asume el riesgo de cambiar, pierde, se frustra, renuncia, regresa y vuelve a intentarlo.

La serie deja un conjunto de lecciones para quienes ejercemos la docencia. Por un lado la importancia de entender que tenemos una responsabilidad en la formación de las nuevas generaciones y que lo que nos enseñaron y aprendimos, en fondo y forma, no es necesariamente aplicable al contexto actual, por lo que repetir lo aprendido no solo no es garantía de éxito sino que probablemente asegurará el fracaso. En segundo lugar el valor de asumir riesgos, algo difícil de encontrar en la práctica docente, enfrentarse a la incertidumbre e intentar nuevas formas y explorar nuevos caminos -incluso el camino que consideramos opuesto- para llegar al objetivo. Y fracasar, claro, fracasar intentando algo nuevo, para poder reflexionar sobre las razones del fracaso y volver a intentarlo.

Así es como, incluso luego de tener un mal maestro, un buen aprendiz puede convertirse en un gran maestro.

¿No es acaso lo que buscamos?

PD. La música es buena, especialmente para quienes superamos los 50

 

Se acerca el inicio de semestre y tendremos que manejar un nuevo escenario en algunas de nuestras clases en las que algunos estudiantes se encontrarán presentes en el aula mientras que otros estarán conectados desde sus casas. Si antes era difícil romper el hielo y generar dinámicas participativas desde la primera clase, ahora el reto parece ser más complicado. Por ello a continuación compartimos 10 actividades rompe-hielo que pueden funcionar bien en un aula con participación mixta: presencial y online al mismo tiempo.

Preguntas rápidas…

Podemos usar herramientas como Menti.com, kahoot, slido o alguna similar para la votación y luego iniciamos la discusión preguntando las razones por las que eligieron una u otra opción.

¿Qué prefieres…? Preguntar por preferencia ayuda a que los participantes empaticen especialmente si se trata de preferencias que invita a la discusión, por ejemplo:

  • ¿Preferirías vivir en la ciudad o en el campo o la playa?
  • ¿En casa… prefieres caminar descalzo o no?
  • ¿Preferirías viajar al espacio o al fondo del mar?
  • ¿Preferirías viajar al pasado o al futuro?
  • ¿Prefieres los lunes o los miércoles?
  • ¿Prefieres el calor o el frío?

Los clásicos … nuestros estudiantes suelen ser de la misma edad, por ello podemos preguntarles por «los clásicos» encontraremos coincidencias pero también casos extremos que ayudarán a los estudiantes a debatir sobre estilos y gustos mientras se conocen. Una nube de palabras es la mejor herramienta para esta actividad.

  • ¿Cuál era tu banda o cantante favorito cuando tenías 15 años?
  • ¿Cuál era el personaje favorito de tu infancia?
  • ¿Cuál es tu película de cine favorita?
  • ¿Cuál es tu mes favorito?

El ranking … puede usarse de manera complementaria a la anterior, luego de conocer, por ejemplo, las preferencias musicales se puede buscar ordenar las preferencias del grupo y a partir de esa decisión crear el playlist del aula (la música que se pondrá en los intermedios o antes del inicio de la clase).

Un lugar … compartir los lugares que hemos conocido es también una forma de conocernos. Podemos preguntar por el lugar más lejano, más bonito, más frío, más cálido, más solitario, etc. en el que hemos estado. Las respuestas se publican en una nube y encontraremos respuestas sorprendentes.

El cuento más aburrido del mundo… Consiste en contar una historia que los demás puedan conocer pero de la manera más aburrida posible (con una frase corta) y que alguno de los participantes descubra la historia que se está contando (puede ser un hecho histórico, un novela, cuento, serie televisiva, o película de cine). Ejemplos:

  • Un niño viaja al pasado para ir a una fiesta en la que estaban sus padres para que no se borre una foto
  • Ella era pobre pero con pies muy pequeños y así fue cómo la encontró el príncipe
  • Estaban enamorados pero era imposible que estuvieran juntos, al final se mueren los dos.

Me hubiera gustado ser … A los estudiantes se les indica un momento de la historia o una novela o película para que elijan el personaje que les hubiera gustado ser, en grupos discuten porqué y qué habrían hecho distinto si hubieran podido ser ese personaje.

Actividades grupales:

En un aula hyflex podemos crear grupos entre los estudiantes que están online y entre los estudiantes que están presenciales de forma tal que puedan conversar entre ellos y llegar a acuerdos:

La historia de nuestras vidas … En esta actividad cada estudiante cuenta una parte de su vida. Por ejemplo una sugiere lugar, otra una persona, otra una situación de felicidad, diversión, riesgo o aventura que vivió, y otra describe a su héroe favorito. Al final combinan las historias creando una historia que entrelaza o combina las historias personales con un poco de fantasía y la comparten con la clase.

¿Cierto o falso? … Se trabaja en parejas, cada estudiante cuenta tres hechos de su vida (dos verdaderas y otra falsa) a un colega, luego el colega expone una de ellas al resto del aula señalando si le parece verdadera o falsa, el resto del participante vota para determinar si la mayoría considera que es verdadera o falsa. Finalmente el estudiante revela la verdad.

Como alternativa también puede seguirse el siguiente procedimiento: cada estudiante envía al docente los tres hechos indicando cuál es falso y luego el docente les hacer presentarse contando esos tres hechos o datos sobre sí mismos … luego somete a votación para averiguar cuál es el dato falso.

3 cosas en común … para parejas o grupos pequeños a los integrantes del grupo se les da un breve plazo para encontrar tres cosas que tienen en común que no tengan nada que ver con la universidad o los estudios. Es una herramienta fantástica apara reconocerse dentro de un grupo. Luego el grupo comparte con el aula aquello que más les sorprendió tener en común.

Una historia fotográfica … Se comparten fotos con los estudiantes quienes, en grupo, eligen 5 fotos y construyen una historia a partir de ellas. Cuentan la historia al final de la actividad o la comparten el la pizarra online.

¿Recomendarías otra actividad que se pueda realizar en un grupo mixto de un aula Hyflex?

Hace 20 años un amigo me contó una idea: crear un periódico llamado La Verdad en el que todo sea mentira, salvo el horóscopo. En ese momento era una idea graciosa e incluso interesante, hoy sería parte del caos informativo que nos inunda, nos agobia, nos ahoga.

Ya no sabemos en qué creer, y ese es precisamente el tema de la película  «No mires arriba» estrenada hace unos días en Netflix.

Como siempre, advertimos al lector que, si bien esta nota no es sobre la película, comentaremos algunos fragmentos o diálogos para usarlos como referencias en algunas  reflexiones. Si usted no ha visto la película y no le molesta enterarse de algunas cosas antes de verla, puede seguir adelante con la lectura.

La historia en «No mires arriba» muestra el conflicto entre el conocimiento científico, que es compartido por los astrónomos Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) y Randall Mindy (Leonardo Di Caprio), y el conocimiento no-científico dominado por la subjetividad, creencias, emociones y percepciones.

Vale decir que este conflicto no es reciente ni podría identificarse como un fenómeno contemporáneo pues ya ha sido descrito por Platón mediante la Alegoría de la Caverna en La República (370 a.c.).

Platón describe una situación en la que a un grupo de personas encerradas en una caverna se les muestra imágenes intencionalmente y que, al ser todo lo que pueden ver y conocer, las identifican como verdad absoluta. Así, muestra Platón, un esquema de dominación a través de la información que se comunica a dicho grupo, que se no solo se encuentra impedido de conocer la verdad del mundo exterior (fuera de la caverna) sino que ha sido convencido de que esa es la única verdad a tal punto que, cuando uno de ellos se libera y logra ver el mundo exterior (el mundo de la razón) y regresa -emocionado- a contarle a sus compañeros, éstos no le creen, y le tratan como loco.

Es exactamente lo que que sucede a Dibiasky y Mindy los científicos en la historia que nos sirve de referencia.

La presidenta dice "¿Sabes en cuántas reuniones sobre el fin del mundo he estado en estos años?
¿Sabes en cuántas reuniones sobre el fin del mundo he estado en estos años? – President Orlean (Meryl Streep)

La verdad que descubren los protagonistas era que, según la observación del comportamiento de un cometa recientemente  descubierto, el planeta tierra experimentaría un evento de extinción similar al ocurrido hace millones de años y deciden comunicarlo al gobierno de los Estados Unidos para buscar que allí se tome alguna decisión que ayude a evitar la inminente destrucción del planeta, en caso fuera posible.

Obviamente: no les creyeron.

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Kate Dibiasky pierde los papeles por preguntas y comentarios ligeros de los entrevistadores

Ante ello los científicos deciden hacerlo público, pero, al no tener experiencia en el campo de la comunicación caen en en el discurso panfletario de «el mundo se va a acabar» o «todos vamos a morir» y con ello en el ridículo de la Cultura del Meme y el shitposting luego de perder los papeles ante los entrevistadores de un programa magazine matutino, tan ligero y superficial como cualquier otro.

Finalmente, cualquier otra noticia de la farándula logra opacar una noticia tan importante como la que los científicos buscaban difundir: el impacto directo de un cometa en el planeta. Luego de ello son perseguidos, arrestados por el FBI y obligados a dejar de hablar sobre su descubrimiento.

Esto tampoco es nuevo, recordemos lo que le sucedió a Galileo Galilei obligado a renunciar a sus ideas y descubrimientos ante el Tribunal de la Santa Inquisición (1633 d.c.)

Los protagonistas intentan informar directamente a la población sobre el peligro inminente y solo logran generar caos, desconcierto y enfrentamiento entre quienes confiaban en ellos y quienes no. Hasta que finalmente, el cometa aparece en el cielo y se puede observar a simple vista.

La evidencia podía ser verificada por cualquier persona solo mirando hacia arriba.

En ese momento la «verdad científica» coincide con la «verdad de los sentidos» y se hace creíble. Aunque no para todos, y es aquí cuando otro fenómeno aparece en escena: el negacionismo y la posverdad.

La posverdad es un fenómeno que va mucho más allá de la mentira pues no solo busca engañar con un discurso falso sino convencer y crear militancia a partir de dicho discurso, una militancia tal que ayude a negar cualquier evidencia y desconfiar de cualquier fuente. Así surge el movimiento «no mires arriba» que etiqueta a los miembros del bando contrario como enemigos, sediciosos, comunistas, entre otros. De esta manera, el debate deja de ser sobre razones o evidencias y se convierte en una confrontación de posiciones, en el que lo importante es vencer o ser vencido.

Las universidades son instituciones promotoras del pensamiento científico, y enfrentan nuevamente la amenaza de grupos que desconocen y rechazan la evidencia científica (ej. antivacunas,  terraplanistas y movimientos que difunden teorías de conspiración como Qanon, entre otros) y que atacan y desprestigian a científicos, pensadores o a cualquier individuo o institución que promueva una idea contraria a la que ellos defienden.

¿Es posible hacer algo desde las instituciones educativas?

No solo es posible sino necesario y urgente que las instituciones educativas implementen estrategias orientadas a desterrar y el negacionismo y las teorías conspirativas de sus campus. Pero, lamentablemente, esto no será  suficiente.

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Ariana Grande como Riley Bina. «Solo mira arriba y apaga los noticieros de porquería»

No es suficiente formar a nuestros estudiantes con competencias digitales e informacionales, no es suficiente con asegurar que nuestros estudiantes estén en capacidad de distinguir entre una noticia verdadera y una falsa. Las universidades deben generar nuevos espacios de diálogo y debate abierto más allá de las aulas, más allá de los campus. Espacios de debate de ideas (no de posiciones) que conduzcan a formación de consensos, encuentros, respeto y confianza.

Es importante notar en la película que prácticamente todas las instituciones (el gobierno, los medios, la NASA, los empresarios) tienen muy poca credibilidad, pero que las universidades (todavía) son instituciones confiables.

Si actuamos a tiempo quizás, solo quizás, podríamos desviar ese cometa que amenaza nuestra existencia.

 

 

 

 

 

A quienes hemos visto el documental «The Social Dilemma» en Netflix nos es difícil pensar en que este anuncio (o cualquier otro que provenga de Facebook) sea una buena noticia, pero también es necesario ser conscientes de que todo lo que haga o deje de hacer este gigante tecnológico impactará necesariamente en nuestras vidas.

En definitiva, el anuncio hecho recientemente por Mark Zuckerberg en la conferencia Facebook Connect no es solo un cambio de marca, no es solo un nuevo juego multiusuario, es la promesa de crear algo que podríamos llamar como «un mundo paralelo» en el que cada persona tiene un avatar (o varios, quién sabe), y podrá crear, comprar y vender objetos, incluso trabajar y «conocer» a otras personas en la plataforma.

Lo cierto es que esto no es nuevo. Ya hace cerca de 15 años Second Live había llamado la atención sobre esta posibilidad de tener una «vida paralela» en un videojuego, y luego otros videojuegos como Fortnite en los que los jugadores podían interactuar a través de los avatar e incluso participar en eventos masivos como, por ejemplo, un concierto de Ariana Grande. Cabe señalar que recientemente EPIC Games recibió financiamiento de US$ 1000 millones para desarrollar su visión de metaverso a partir del juego.

Y claro, sobre metaversos han habido muchas películas como Ready Player One  o The Matrix y series de televisión entre las que destacan Black Mirror en especial capítulos como Partida y San Junípero, y también la serie West World.

La novedad es la decisión de invertir cientos de millones de dólares en desarrollar, a partir de Facebook, un metaverso llamado Horizon.

Al explicar el funcionamiento de Horizon, Zuckerberg señala que más allá del avatar, los usuarios de la plataforma podrán crear su propio espacio (Horizon Home), su hogar, un espacio personal desde el que el usuario puede «teletransportarse» hacia otros espacios personales, juegos, ambientes comerciales o espacios de trabajo, lugares específicos en el planeta (o el universo) e incluso épocas específicas creadas en Horizon World. Teletransportarse implica poder llevar a ese otro espacio lo que tenemos, nuestros bienes virtuales (experiencia, dinero, skins, poderes, ¿armas?) cuya propiedad aseguramos gracias al desarrollo de los NFT (que identifican a un bien virtual único). De esta forma, señala, un avatar no está encerrado en una plataforma sino que podrá ir saltando de plataforma en plataforma, lo que implicará no solo garantizar la interoperabilidad sino también -abogados, presten atención aquí- el establecimiento de «normas y nuevas formas de gobierno».

Llegando a la mitad de la conferencia Marne Lavine, Chief Business Officer de Facebook, ingresa al escenario para hablar de cómo Horizon va a transformar la educación, preguntando: ¿Y si pudieran aprender cualquier cosa?

Para lograr que el contenido se encuentre asociado a la plataforma Levine anunció una inversión de US$150 millones para crear o adquirir dicho contenido y para entrenar a creadores de contenido en Spark AR en plataformas como Coursera y EdX.

Pero, más allá del contenido: ¿puede este conjunto de tecnologías de realidad virtual, aumentada, o extendida generar un cambio importante en la educación superior?.

La Educación Remota de Emergencia implementada como respuesta a la pandemia tuvo muchas virtudes pero también enormes retos, el principal se vincula con el aprendizaje activo, aquel que implica participación de los estudiantes en la creación de conocimiento al ponerlo en práctica en estacios de aprendizaje colaborativos y participativos. Lamentablemente la emergencia obligó a los estudiantes y docentes a separarse, retrocediendo, en muchos casos, hacia un modelo de formación tradicional basado en la transferencia de conocimientos.

La promesa de tecnologías de Realidad Virtual, Aumentada y Extendida está precisamente en generar la posibilidad del encuentro de personas  en espacios virtuales compartidos en los que pueda llevarse a cabo el aprendizaje activo. Esto ha sido probado desde el área de los videojuegos con buenos resultados. Es así que Minecraft ha sido utilizado para simular campus universitarios, realizar encuentros deportivos y de integración para los estudiantes, hasta actividades de creación colectiva para estudiantes de diseño. Plataformas como Minecraft Education y Roblox permiten a los estudiantes crear espacios y trabajar con los materiales a su disposición para desarrollar competencias de razonamiento cuantitativo, comunicación escrita, pensamiento innovador y hasta ciudadanía en entornos motivadores y libres. Incluso un juego tan adictivo como Fortnite puede tener usos educativos según investigadores de la universidad de Stanford.

Otro reto que se evidenció durante la Educación Remota de Emergencia fue la dificultad para acceder a experiencias de aprendizaje que han sido diseñadas para laboratorios especializados. Jeffrey Young de EdSurge, describe los avances de la Universidad Estatal de Arizona en la implementación de un aula demostrativa para experiencias inmersivas gracias a una alianza con Dreamscape Inmersive, empresa dedicada al entretenimiento un proyecto que espera demostrar que los aprendizajes en este tipo de salas inmersivas podrían ser mayores que los que se obtienen al operar en los laboratorios instalados en el campus. Si así fuera, estudiantes de cualquier lugar del mundo podrían solo ponerse unos anteojos -como dice Zuckerberg- y entrar a un laboratorio de física o química, o a una planta nuclear o a la cabina de un avión en pleno vuelo, llevando la experiencia de aprendizaje fuera del aula, fuera del campus y, quizás, fuera del planeta.

Pero -y aquí viene nuevamente la desconfianza- debemos preguntarnos si queremos vivir en el metaverso de Facebook, como señala Felix Palazuelos en Hipertextual, poniendo en duda si el futuro que se busca construir en este metaverso es realmente una nueva oportunidad para la humanidad de crear un mundo mejor, o si se va a parecer más al mundo descrito por Ray Bradbury en Farenheit 451 y a la alegoría de la caverna planteada por Platón, escenarios en los que solo una fuente de información y conocimiento era permitida, y aceptar vivir en un mundo de aparente felicidad y libertad mientras nos mantenemos «conectados a la matrix».

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Mark Zuckerberg pasea sonriente en un auditorio en el que todos los participantes están conectados a Horizon, todos menos él.

 

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