“Nos dijeron cuando chicos, jueguen a estudiar” Los Prisioneros
Se ha vuelto muy popular una serie Coreana en Netflix llamada “El Juego del Calamar”. La historia es evidentemente ficticia, pero con algunas pequeñas pinceladas de realidad contemporánea, es por esa razón que la relacionamos con una actividad -desde nuestro punto de vista- muy similar y real que hemos podido observar durante la pandemia: los exámenes.
[Spoiler Alert]
Intentaremos evitar contar partes relevantes de la historia (como quién gana o pierde, o quién sobrevive a cada juego o quién está detrás de la máscara) pero será inevitable vincular esta reflexión con escenas específicas de la serie por lo que, si no la ha visto todavía, advertimos que podríamos estarle adelantando algo.
En resumen, la serie trata de un concurso al que los participantes acuden “voluntariamente” y compiten por algo que les garantizará la libertad y el bienestar futuro para ellos y sus familias. Los juegos son sencillos: solo tienes que seguir las instrucciones para no ser eliminado
Nada más parecido a nuestro sistema educativo.
Juego #1: ¡Luz roja! No te muevas
En la serie, el primer juego «Luz verde, luz roja» establece que los participantes serían eliminados si realizan movimientos cuando está prohibido. En las instituciones educativas hemos implementado sistemas de vigilancia remota de los exámenes, estos sistemas observan movimientos de las personas que rinden estas pruebas y si llegan a hacer un movimiento no permitido el sistema dispara una alerta y el participante es eliminado.
Estos sistemas han sido muy criticados y hasta prohibidos en algunos lugares principalmente por consideraciones relacionadas con la privacidad y la protección de datos personales por los sistemas de reconocimiento facial utilizados. Pero al parecer a muy pocos les preocupa el estrés que podrían sentir los estudiantes al saberse vigilados ¿por qué? Pues por que siempre ha sido así: los exámenes siempre han planteado un sistema de vigilancia, el docente, convertido en celador caminaba de manera amenazante por el aula golpeando una mano con el extremo de una regla, observando cualquier movimiento … hasta que … ¡ajá! ¡te atrapé! …
El estudiante 20113456 ha sido eliminado.
Juego #2: El resultado
Uno de los juegos en la serie reta a los participantes a conseguir un resultado exacto, no se toleraba ningún error (como en el juego de la galleta de caramelo).
Tradicionalmente en la educación las evaluaciones han perseguido la misma lógica: el resultado exacto es lo único que importa.
Es cierto que la educación también ha evolucionado algo y hay docentes que realizan evaluaciones en las que no solo piden el resultado sino también el procedimiento. ¿Por qué? Porque sospechan que el estudiante ha hecho trampa. Es más, el procedimiento debe ser exactamente aquel que fue enseñado en clase pues de lo contrario sería considerado fraudulento ¡cómo se atreven a usar un procedimiento distinto! ¡eso va contra las reglas! ir contra las reglas implica consecuencias…
El estudiante 20126554 ha sido eliminado.
Juego #3: Velocidad
En la serie, la mayoría de los retos deben cumplirse en un tiempo determinado, si el tiempo vence y la tarea no ha sido cumplida, el jugador es eliminado.
Los exámenes han sido siempre así: una carrera contra el tiempo. Generalmente el tiempo ha sido limitado, la mayoría de los estudiantes al vencer el plazo seguían respondiendo las últimas preguntas, casi sin pensar, casi sin razonar, jugándose a la suerte hasta que escucha:
¡Dejen de escribir!
¡Entreguen sus pruebas inmediatamente o serán eliminados!
En las evaluaciones online la presión sobre el tiempo se ha radicalizado, es el sistema el que marca el tiempo: ¡ni un segundo más! Si el estudiante no llegó a entregar el examen o el trabajo en el tiempo establecido, entonces corresponde ponerle cero.
El estudiante 20023244 ha sido eliminado
Juego #4: ¡Sorpresa! El reto se complica
Los exámenes siempren sido sorpresivos, de hecho el contenido de un examen se resguarda con mucho celo pues es un secreto que solo puede ser develado en el momento exacto en que inicia la prueba. En ese momento se conoce cuál será el reto y cuáles son las instrucciones, condiciones y reglas.
Pero los estudiantes (los jugadores) son hábiles, se adaptan, coordinan, buscan en sus habilidades la mejor manera de sobrepasar los obstáculos. En la serie uno de los participantes cuenta con la habilidad de reconocer las características de un obstáculo, ese conocimiento permitiría que todos sus compañeros pasen la prueba. En ese momento, el celador se da cuenta y cambia las condiciones para evitar que esa habilidad permita que los participances avancen.
Muchos docentes (celadores) hacen lo mismo: toman exámene sorpresa, sin previo aviso, quizás pensando que de esa forma preparan a los estudiantes para el cruel mundo que tendrán que enfrentar o en que de esta forma le restan oportunidad a los tramposos para que de preparen, coordinen y planifiquen cómo vencer el obstáculo con alguna formula innovadora.
Los docentes también reducen el tiempo de duración de los exámenes pues consideran que mientras menos tiempo tengan los estudiantes para responder un cuestionario, menos oportunidades tendrán de coordinar con sus compañeros y apoyarse mutuamente para aprobar. Hay evaluaciones en las que los estudiantes deben responder extensos cuestionarios en solo 15 minutos … ¡como si la velocidad fuera un indicador de aprendizaje!
Pero, nuevamente, esto siempre ha sido así. Las restricciones durante los exámenes son variadas: prohibidos los libros y materiales, las calculadoras, los celulares y cualquier dispositivo … ¡entreguen todas sus pertenencias! (igual que en la serie)
Y así inicia la carrera de obstáculos:
¡El examen es por filas!
¡Los cuestionarios son distintos!
¡Las preguntas están en distinto orden!
Y… ¡Lee bien las preguntas! (porque algunas están escritas intencionalmente para inducirte al error)
Y así las evaluaciones se convierten en una competencia entre celadores y prisioneros, mientras unos establecen restricciones y obstáculos; los otros, o se las arreglan para evadirlos sin ser descubiertos o se resignan a cumplir con las cambiantes y cada vez más estrictas reglas y restricciones para sobrevivir… si es que pueden.
El estudiante 20013284 ha sido eliminado
Juego #5: El grupo
En la serie los participantes son obligados a conformar grupos para el siguiente juego sin saber de qué tratará, ¿cuáles serán las habilidades necesarias?, ¿cuál será la mejor forma de conformar el equipo si no conozco a las otras personas?
¿Les suena conocido?
Al inicio de cada semestre se forman grupos de trabajo entre los estudiantes para resolver un conjunto de actividades que no han sido descritas previamente, y se forman grupos entre personas que no se conocen y de las cuales dependerá si pasan o no la prueba (o el curso).
Como en la serie, lo que observamos en la realidad es que los grupos se definen por afinidad, parentesco, grupos sociales, apariencia, género, entre otros. Lo que resulta no solo siendo poco apropiado para los fines que aparentemente se persiguen (como formar a los estudiantes para el trabajo en equipos diversos) sino que se termina reforzando patrones de exclusión y discriminación.
Algo a favor de lo que ocurre en la serie es que “el más débil”, aquella persona que fue excluida o no fue elegida para ningún grupo, no es eliminada … en cambio en nuestro sistema educativo sí se le elimina.
En este sentido, el sistema educativo es incluso más perverso que el Juego del Calamar.
El estudiante 20153284 ha sido eliminado
Juego #6 Sin perdedores no hay ganadores
Probablemente el momento más tenso en la serie ocurre cuando los participantes se dan cuenta que la cooperación para sobrevivir tiene un límite pues «sin perdedores no hay ganadores», lo que genera un incentivo para evitar que las otras personas tengan éxito.
En el sistema educativo a eso se le llama: tercio superior.
A los estudiantes se les mide por el promedio ponderado de sus calificaciones y de ello dependen muchas cosas: desde el orden de matrícula hasta mantener o no una beca. Aquellos que pertenecen al tercio superior en el orden de promedios cuentan con beneficios o ventajas que los demás no. ¿y si de ser parte del tercio superior dependiera la supervivencia? ¿si no hay forma de poder seguir estudiando si se pierde la beca por no ser tercio superior?
Es importante notar que para que exista un tercio superior, necesariamente deben existir dos tercios inferiores… ¿qué tipo de comportamiento se motiva cuando los estudiantes llegan a darse cuenta de esto? Probablemente los mismos que en la serie.
Los estudiantes 20145647 y 20149876 han sido eliminados
El premio… ¿por qué estamos haciendo todo mal?
Así como el ganador en la serie se da cuenta de que haber ganado , que haber llegado a la meta no satisface lo que buscaba en la vida, probablemente los estudiantes que logren pasar todos las evaluaciones y graduarse, sentirán orgullo por haber logrado “vencer todos los obstáculos” en lugar de estar orgullosos por todo lo aprendido.
¿Será que, en lugar de estar formando personas que lideren cambios y transformaciones en nuestra sociedad, estamos fomando gladiadores, personas capaces de vencer obstáculos a toda costa, capaces de aprovechar los vacíos del sistema para obtener ventaja? ¿Acaso estamos formando personas entrenadas para enfocarse en el resultado y el beneficio individual sin importar a quién o quiénes se deja atrás?.
Por ello es urgente repensar el sentido formativo de las evaluaciones para que dejen de ser un momento en el que el estudiante es puesto a prueba por el docente, y pasen a ser el momento en el que el estudiante comprueba que ha avanzado. Un momento ansiado por el estudiante como aquel de la confirmación de sus logros, de sus aprendizajes, es decir, un momento de orgullo y satisfacción tanto del estudiante como del docente, en lugar de un momento de enfrentamiento entre ambos en el que el defensor (el docente) se vale de su poder y control del territorio para evitar que el atacante (el estudiante) avance y logre su objetivo.
Sí, igual que en el último juego: el Juego del Calamar.
Un juego que debemos dejar de jugar.
“Sería una tontería no aprovechar la pandemia global para pasar la página sobre décadas de desastres docimológicos (…) No más preguntas sobre salas de examen bunkerizadas en las cuales las reglas de conducta son casi tan estrictas como en el ambiente de la prisión; no más protocolos de vigilancia que hace sospechosos a todos los estudiantes y que nunca impidieron ningún engaño; no más métodos que finalmente evalúan mucho más la capacidad de resistir el estrés que el conocimiento de una materia por parte de los estudiantes.” (Horemans; Schmidt, 2020 citado por Pardo y Cobo en Expandir la Universidad más allá de la enseñanza remota de emergencia)